martes, 23 de agosto de 2011

Más sobre la hegemonía K, los desequilibrios institucionales, el partido único, la reforma constitucional, Lula, Chávez y todo eso...

Palermo: "Tarde o temprano se hace evidente la debilidad extrema de los fundamentos del poder acumulado en una lógica de suma cero. Un disparador de la reversión del ciclo suele ser la brusca mutación de los términos de intercambio. El príncipe democrático prudente podría organizar una estrategia anticíclica antes de que aparezcan las manifestaciones de la reversión. Sobre todo porque esta reversión puede combinarse peligrosamente con problemas inmanentes a los liderazgos de suma cero, en especial al problema de la sucesión. La puja dentro de las fuerzas oficialistas se hará más intensa a medida que se aproxime el fin del segundo mandato presidencial.
Pero hay dos cursos de acción muy diferentes de encarar estos problemas. Uno de ellos es enteramente consistente con la lógica de suma cero: ir “a por todo” anticipándose a la lucha interna con iniciativas que polaricen nuevamente el campo político y hagan posible que la Presidenta se suceda a sí misma (por ejemplo, la muy mencionada reforma constitucional). Pero en este camino no harían más que ahondarse los riesgos del ciclo de suma cero.
La alternativa es intentar seguir el ejemplo de Lula, que empleó su capital político para sostener una candidatura (al cabo triunfante), con el menor daño posible a las instituciones".
Berensztein: "El turno del 23 de octubre pasó a ser visto, en todo caso, como una suerte de elección legislativa, en la que el principal desafío consiste en evitar que el kirchnerismo retome el control de ambas cámaras y, en consecuencia, esté en condiciones de avanzar en una agenda legislativa potencialmente más radicalizada, consistente con la idea de "profundizar" el modelo. En palabras del senador radical Ernesto Sanz, esto implicaría "riesgos institucionales serios" para el país. No está claro si las deshilachadas expresiones de la oposición serán capaces de comunicar eficazmente ese mensaje.
¿Querrá la Presidenta que la Argentina se encamine hacia un régimen de partido único? Y si ése es el caso, ¿qué modelo seguirá? Hay muchos posibles (el del PRI mexicano, la Venezuela de Chávez, la Rusia de Putin, la Indonesia de Suharto), pero en ningún caso se trata de regímenes democráticos, aunque puedan sostener un leve maquillaje de competencia electoral. Dichos regímenes se caracterizan también por el control de los recursos naturales (directamente por parte del Estado o mediante el denominado "capitalismo de amigos") y por un creciente, si no casi absoluto, intervencionismo estatal.
El dilema es entonces particularmente dramático: se puede ganar mucho dinero y preservar el patrimonio de los riesgos confiscatorios que traen consigo todos los gobiernos hegemónicos. Sin embargo, la gran pregunta que deberán hacerse los empresarios argentinos es si están dispuestos a sostener las fuentes de pluralismo, diversidad, independencia y espíritu crítico que requiere la sociedad argentina para que no se extinga la llama de la libertad". 
Abraham: "La palabra “liberal” es en nuestro país un insulto. Giussani nos dice que en la semántica montonera significa individualista, blando, desleal, vacilante. Nos dice que el populismo de derecha con el que identifica al peronismo, siempre ha bloqueado el desenlace de la contradicciones del liberalismo, descargando sobre los valores del liberalismo político la impopularidad del liberalismo económico. De este modo se ha identificado democracia con oligarquía, y respeto a las leyes constitucionales, como defensa corporativa de la clase dominante.
Todo esto lo volvemos a “apreciar” –por usar una palabra indebida– en estos años de felicidad kirchnerista. Si esto no cambia, como dice Giussani, en lugar de protagonistas de una nueva era, nos convertiremos en seres pasivos, agradecidos y temerosos, de un régimen que pretende instalarse a perpetuidad, con nuestro aplauso, claro".
Dinatale: "Quizá la muerte de Kirchner dejó de lado aquel esquema de perseguir por "pura diversión", y Cristina Kirchner ingresó en el campo del hostigamiento mordaz que caracteriza a los poderes con aristas autoritarias. No es que un estilo sea más suave que otro y que uno resulte menos justificable que el otro. Simplemente, son diferentes.
Lo peor de todo, en rigor, es que si seguimos a este ritmo la democracia pierde en calidad o por lo menos carecerá de una parte importante del relato verdadero de los hechos. Los primeros borradores de la historia, como son considerados los textos de un periodista, estarán llenos de agujeros negros y baches inadmisibles".
Castro: "hay un asunto de enorme trascendencia político-institucional, sobre el que la Presidenta deberá decidir: ¿cuál será su modelo: Lula o Chávez?
El proyecto “Cristina eterna” la acerca a Chávez y a un rumbo que augura vientos y tempestades. El modelo Lula, en cambio, significará el acatamiento de la Constitución y el freno a las voces que abogan por una reforma que tenga por objetivo permitir la reelección indefinida de Fernández de Kirchner. Este es un camino de grandeza y de consolidación republicana, del que la Argentina tiene una desesperada necesidad".
Olivera: "La ironía es ya comentario repetido entre empresarios. Parece que después de las elecciones primarias conseguir una mesa para el almuerzo del 2 del mes próximo en Tecnópolis, donde se celebrará el Día de la Industria, es tan difícil como era reservar en El Bulli, el célebre restaurante español que cerró este año. La mesa cuesta $ 2500 e incluye diez lugares. Pero la gran demanda no es porque alguien espere allí a Ferran Adrià como chef, sino por razones menos sofisticadas: estarán la presidenta Cristina Kirchner y su gabinete.
"Nos costaba llegar a 500 invitados y después de las elecciones nos llaman de todo el país; creo que vamos a superar los 1500", dijeron en la Unión Industrial Argentina (UIA), la organizadora. Es el modo que encontraron los empresarios de canalizar el temor que les suscita, aunque lo nieguen en público, el abrumador triunfo del oficialismo en las elecciones: recomponer los lazos con el poder. La advertencia, siempre en voz baja, es que el Gobierno se radicalice y que una eventual ampliación de la diferencia termine por conformar un Congreso con ideas "antiempresa".
La única gestión válida será entonces, desde ahora, la negociación personal con ella. "Como en una monarquía", completó el miembro del directorio de una compañía del sector energético que está convencido de que el Gobierno actuará con docilidad hasta el 23 de octubre y que después vendrá "el chavismo"".

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