jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Cómo hacés para invisibilizar el premio de la UNESCO a las Abuelas?

No lo ponés en tapa. Y lo reemplazás con la ya típica pelea de Macri con el Gobierno Nacional para lavarse las manos de todo lo que le sucede mal en CABA, algo de la insólita absolución al innombrable, la ponés a CFK, que está con las Abuelas, pero con el otro enano innombrable (¿ya llevará la cuenta de cuántos civiles inocentes han asesinado sus bombas en Libia?) y le das espacio a un amarguísimo 0 a 0 de la nueva selección de fútbol -ah, y alguito de John Lender, que hoy tiene su show en el Congreso-.
Clarín y La Nación, con graves problemas con delitos de lesa humanidad -por los que están abiertas causas en la Justicia en contra de sus principales directivos-, prefieren no informar en tapa de este reconcoimiento de nivel internacional. Como si pudiéramos imaginarnos que si las Abuelas recibieran el premio Nobel de la Paz tampoco las pondrían en tapa con tal de no darle publicidad a esas mujeres que los han enfrentado a pesar de todas sus campañas de difamación.
Entonces la Avignolo remarca que CFK está con ellas por la campaña electoral y que disfrutaba de la ceremonia "como si ella fuera la premiada", aunque "quedó atrapada protocolarmente en el escenario durante tres horas, que es lo que duró toda la ceremonia, con más de siete discursos interminables". No sin antes recordar el vínculo de John Lender con los organismos de DDHH.
La crónica de La Nación es más ecuánime y no cae en adjetivaciones para deslucir o deslegitimar el premio ante sus lectores, aunque Pagni no se resistió: "Por culpa de Schoklender y Hebe de Bonafini, y el Gobierno que los habilitó, la bandera de los derechos humanos terminó envolviendo una doble explotación: la de los albañiles precarizados y la de los aspirantes a tener una vivienda. Cristina Kirchner prefirió poner un océano de distancia con ese lodazal, y corrió a identificar su campaña con la condecoración de la Unesco a Estela de Carlotto. Ajena a esos desvelos, Bonafini se niega a salir de escena, aunque sea hasta octubre. Ayer siguió vociferando contra Schoklender y, después de un par de insultos, contra "el enemigo": los diarios La Nación y Clarín, que informan sobre sus desaguisados. Recuerdos de Randazzo".
Cuando los procesos de invisibilización ya rayan la no información, estos medios no sólo que se esconden detrás de una falaz independencia y objetividad sino que directamente no le brindan el servicio elemental de informar a sus lectores. Como cuando no publicaron la encuesta de Poliarquía -como hacen antes de cada de elección- porque le daba a CFK un 51% de votos y una distancia enorme con sus seguidores, como finalmente ocurrió el 14 de agosto.
Ayer lo denunciaba Aranda, sin dejar de criticar a los medios "militantes": "Medios de comunicación “independientes” y opositores, de un lado. “Militantes” y oficialistas, del otro. En ese maniqueísmo se ha transformado buena parte de los grandes medios de comunicación. Ambos denuncian, y silencian, según sus conveniencias económicas y políticas".
Mientras tanto, las Cartas de Lectores de Clarín se han convertido en un lugar de refugio ante el avance K, como si fuera el último lugar donde arroparse. Lectores y empresa escriben acariciándose: la lectora casi llorano y el diario, desde atrás, despotricando, como el niño que hace puchero agarrado de las polleras de su mamá.

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