domingo, 23 de octubre de 2011

Fonte, sin referente

Mientras Fonte no sabe qué hacer con el dedo de CFK (¿o del kirchnerismo en general?), cita a Verón: "En su último libro “Los cuerpos efímeros”, trata de explicar la esencia del conflicto Gobierno-medios. Comienza desarrollando la evolución de los diarios que nacen como manifestaciones políticas en el pasado pero con la profesionalización del periodismo en el siglo XX se transforman en empresas. Dice Verón: “Despojados de las pasiones y de los relatos, a los grandes diarios del pasado sólo les queda entonces la reflexión y el análisis, sobre la base de una distinción no negociable entre hecho y opiniones, de un principio de objetividad como toma de distancia, y una supuesta neutralidad política como modo de evitar tanto la complicidad como las epopeyas. O sea: de las dos grandes energías que impulsaron la historia de los papeles de noticias (los diarios) –la de la lógica política y la de la lógica comercial– sólo les queda a los diarios la segunda”.
“Para el oportunismo político, elegir como enemigo a los medios de información es la opción más sencilla y al mismo tiempo, sin duda, la más eficaz políticamente: como la legitimidad que les queda a los medios sólo reposa en la lógica comercial, el discurso de la ‘objetividad’ no se lo cree nadie. Y si los medios buscaran rearticularse a la política, caerían en contradicción con la ideología que durante años usaron para definir su propia identidad. Con este diagnóstico, lo único que el oportunismo necesita es exacerbar esa trampa que los propios medios se construyeron a lo largo del tiempo. ¿Y qué pasa con los enemigos políticos del oportunismo? Justamente: van a salir todos a defender a los medios en nombre de la libertad de expresión, del rol fundamental de la información en la democracia y otras cosas por el estilo, que los dejarán igualmente desacreditados: todo eso es historia antigua.”
“La hipótesis defendida por (Umberto) Eco, sobre el fin de la democracia representativa –del cual esta visibilización (la personalización del líder) sería un síntoma importante–, está claro que la creciente presidencialización de las democracias republicanas le otorga al Ejecutivo cada vez más libertad para operar por fuera de las instituciones. La ironía de la historia, claro está, consiste en que a esa personalización del líder contribuyen, en buena medida, los propios medios de información, identificados como el enemigo principal.”
“El problema que tienen hoy los papeles de noticias (diarios) es que operaron –durante un período histórico por suerte comparativamente breve– con una mala epistemología. Que la historia permita comprender por qué lo hicieron no justifica que esa epistemología se pueda seguir defendiendo. En el siglo XX, hasta tuvieron por momentos el apoyo de sectores del mundo científico encandilados con el positivismo lógico y que hoy están igualmente desacreditados. Ahora bien, que una actividad profesional opere con una mala epistemología puede no tener importancia social (no quiero ni pensar con qué epistemología se practican ciertas profesiones). Pero la importancia de los errores es proporcional a la ambición, y el periodismo se posicionó, durante ese período del siglo XX que evoqué más arriba, nada menos que como el eslabón central del funcionamiento de los regímenes democráticos. No hay discurso humano que sea ‘objetivo’, ‘neutral’, ‘imparcial’ o ‘verdadero’ en lo absoluto.”
“El punto débil del oportunismo neopopulista es que comparte la misma mala epistemología que marcó históricamente al sistema de medios que el neopopulismo combate: la idea de discurso verdadero, auténtico, con acceso privilegiado a la ‘realidad’, representada en su caso por ‘el pueblo’.”
“Se puede formular aquí una importante objeción a este razonamiento. Mi propio discurso se presenta como discurso correcto, como el discurso aceptable y convincente para el lector, en suma: como verdadero. ¿Se puede acaso producir discurso en otras condiciones? Touché.”".

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