martes, 10 de enero de 2012

No hay kirchnerismo por acá

Apenas peronismo pragmático que tiene la ficha ganadora.
Hoy se volvió a sentir la misma soledad del 2008, cuando el discurso de las patronales arreciaba en los medios y apenas si lo enfrentábamos con teclados de madera y paciencia en la verdulería.
Acá habla la SRA, Cartez y demás cínicos y ningún dirigente que se dice K en Río Cuarto sale a rebatir los pedidos de eliminación de retenciones, o de nuevos créditos accesibles, o de pagar si tienen ganas, o de que el Estado tiene que ser socio en las pérdidas, o...
Y mientras tanto, a muchos les da vergüenza reconocerse kirchneristas. Quieren ser más amplios. No saben ni un repertorio de los logros de estos años. Se conforman con aparecer quintos en la encuesta que lea DLS para ganarse un puestito. Les da pavor enfrentar la moral ancestral del Obispado y el Cecis. Se cagan en las patas si tuvieran que salir a defender la ley de provisión de cuidados de salud para las chicas que después de todo deciden abortar y poner en riesgo su vida.
Eso es lo que falta: arriesgarse, en una madeja de tribus y oportunistas que se sienten más cómodos en el peronismo provincial triunfal en agosto (el famoso cordobesismo corto) antes que emprender el recorrido por el cambio cultural que significan ya 8 años de objetivos conseguidos y muchos sin abordar siquiera todavía.
Escondidos detrás de las polleras de la pareja de DLS que no se quiere presentar, aspiran sólo a no quedar pegados a la denuncia tefloneril de "Sos K. Sos ladrón". O no redoblan el esfuerzo cuando la asustada señora les espeta: "Antes esto no sucedía".
Un día volvió el agrio apriete de las patronales que están siempre al acecho.
Y en Río Cuarto sigue la misma fría soledad del 2008, sólo modificada por la lluvia solicitada por el verdadero productor, no por los que esperan ganar muchos U$S vendiendo sin retenciones las numerosas cosechas guardadas en los silos bolsa.
Justo es no olvidarse del entusiasmo de las nobles bandas. También la cobardía de las cabezas que no tienen ganas ya de hacer política (luego de dar la batalla en el Congreso) o los que se acomodan en la oficina que supieron obtener.
Será tarde cuando alguien se digne a levantar las banderas legítimas. El oportunismo es peor.
Febrero los desnudará. La elección a intendente será la expresión de esos estandartes no izados, aunque sea ocultándose detrás de ellos, pero agarrando fuerte el sostén.

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