domingo, 25 de marzo de 2012

Videla y los DDHH

Primero: Angoso, el periodista, responde a las críticas recibidas luego de las primeras entregas de la entrevista (primera parte, segunda parte) escribiendo: "En esta tercera y última parte de la entrevista en exclusiva concedida a CAMBIO16 por el sanguinario sátrapa argentino al fin encarcelado, Videla reconoce el distanciamiento con Massera y la buena sintonía con el gobierno de Jimmy Carter. Sin querer entrar en la polémica desatada en Argentina por las declaraciones del detenido, reivindicamos este texto y esta serie de entrevistas como un simple ejercicio en defensa de las libertades de expresión y de información que algunos nos pretenden negar desde su pedestal de inmaculados defensores de los derechos humanos y su peculiar forma de entender la democracia".
Ahora sí, Videla. Luego de expresar que "El éxito de mi gestión se debe a que la misma se ajustó a las normas reglamentarias en vigor", el genocida muestra su desprecio por los derechos humanos una vez más:
-¿Quiénes fueron los más críticos con su gobierno en la escena internacional?
-Las socialdemocracias europeas, por razones ideológicas, alentadas a su vez por los “exiliados argentinos” radicados en Europa y los Estados Unidos cuyo presidente enarbolaba la bandera de los “derechos humanos” para su campaña presidencial apuntando fundamentalmente a la URSS y a sus satélites, pero no se podía soslayar y separar de la realidad que en tal sentido se vivía en el subcontinente americano con motivo de la guerra contra el terrorismo que afectaba a toda la región.
-¿Cómo recibieron la noticia de que Adolfo Pérez Esquivel había sido galardonado con el Nobel de la Paz? ¿fue una sorpresa para ustedes?
-Diría que fue una inesperada sorpresa e ilustro esta afirmación con una anécdota. Presidía yo ese día la reunión de gabinete  de los viernes, con asistencia de todos los ministros, el secretario general de la Presidencia, el secretario de Inteligencia de Estado y el jefe de la Casa Militar. En su momento, interrumpió un edecán y se  acercó a mí para decirme al oído que acababa de escuchar por radio de la designación del señor Adolfo Pérez Esquivel como destinatario del Premio Nobel de la Paz. Interrumpí la reunión, di la noticia a los asistentes y quedé a la expectativa. Todos se miraban entre sí sin aventurar comentarios. Preguntados: ¿Quiénes conocen a este señor? La respuesta fue unánimente negativa. Ordené entonces al ministro del Interior que abandonara la reunión y buscara información. Momentos después el ministro se hizo presente e informó que el señor Pérez Esquivel era un arquitecto que no ejercía su profesión, que era un activista de los derechos humanos pero sin un papel protagonista ni de liderazgo, y ese perfil bajo se mantuvo durante todo mi periodo de gobierno al frente del país. Nadie le conocía, era un perfecto desconocido.
-¿Y cómo se desarrollaron las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos?
No fueron “relaciones carnales” como las calificó un excanciller. Fueron relaciones maduras como corresponde a países soberanos. Ello no quita que hubiera problemas e incomprensiones, dentro de las cuales puedo citar como dato puntual el embargo cerealero decretado por los Estados Unidos contra la URSS, con motivo de la invasión soviética a Afganistán, al cual la Argentina se negó a adherir por resultar no consultada.
El otro problema, con mayor persistencia en el tiempo, fue el de los derechos humanos, cuya bandera hacia como propia el presidente Jimmy Carter, asunto que tratamos en una reunión mantenida entre ambos con oportunidad de la firma de los acuerdos por el Canal de Panamá a fines del año 1977. En dicha ocasión tuve la oportunidad de reunirme con el presidente Carter. Allí se trataron, entre otros asuntos, el tema de los derechos humanos, y se hizo con toda la crudeza por ambas partes, sentando las bases de comprensión necesarias para que los Estados Unidos disminuyeran sus presiones sobre nuestro país.Vale la pena recordar que para fines de 1977 la guerra interna librada contra el terrorismo iba llegando a su fin y sus consecuencias fueron dejando de ser materia de críticas.
Fuente

ACTUALIZACIÓN (10 HS.)
Cynthia hace un relevamiento de las coincidencias entre el discurso de Videla (y secuaces) y las editoriales y columnas de opinión de La Nación: aquí.
Una.
Videla:
“Hoy la República está desaparecida, no tiene Justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país tampoco tiene empresarios porque están vendidos al poder. Hoy las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a las grandes instituciones del Estado funcionando. La Justicia, el Congreso y las demás instituciones, por no hablar de otros aspectos, no existen.”
La Nación:
“No se advierte que exista preocupación extendida por la excesiva concentración de poder ni por las pretensiones hegemónicas ni por la defensa del esencial papel republicano que corresponde a la oposición y a la prensa libre. Tampoco, por la abierta sumisión de algunos miembros del Poder Judicial a los designios del Ejecutivo ni por el abuso reiterado y constante del poder de policía que tiene la administración, que desnaturaliza su razón de ser y los transforma en instrumento de intimidación, cuando no de castigo, a quienes no aceptan el cesarismo que supone imponer el discurso único que se predica incesantemente desde los más altos púlpitos de la conducción política. Ni tampoco por el populismo desenfrenado que, en conjunto, conforma una realidad gravísima.” (“La recesión democrática”, 06-02-12).

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