miércoles, 23 de mayo de 2012

Ando por Baires

En una aventura familiar que esconde su final cuando apenas comienza, días de lluvia y hedor, aún en Recoleta y el paquete Concorde Callao; grises que recortan personas que no miran y sólo escuchan los sonidos que le rellenan esos auriculares de todas formas: los blancos anacrónicamente futuristas hasta los enormes, propios de un estudio de grabación; sujetos que se sienten invadidos ante la mirada inocente que busca comunicación ante tanta sordidez. Ojos perdidos y oídos melomaníacos, personas que quizás necesitaban algo en qué creer (puede ser que Cristina se los haya dado). En esta ciudad sin swing, diría Rodolfo, vivo estas ya 6 jornadas jaqueado por el eterno discurso quejoso y el amenazante de que nadie se salva de la inseguridad, que es terrible y alimenta a aquél. El vidrio roto de mi auto les da la razón, que llega hasta casi el festejo del asesinato de un juez "que los defendía, igual que la Argibay. Ahí lo tienen". Horas de poca información: apenas si puedo ver los titulares de los canales de noticias, leer algún diario y guiarme por lo que comentan en la mesa o en el bar. Desde la vieja San Martín a la transitada Recoleta, paso los minutos pensando qué va a ser de mi vida y de los míos. Justo cuando aparecen las ruedas del PRO gritando por Justicia para Mauricio (ese era el motivo de la multitudinaria convocatoria, no?), no puedo resistir de leer a Alfie y su encomiable labor ante el derrumbe del imperio de sus patrones. Poco ha cambiado. Pero sigo estando.

1 comentarios:

grace berti dijo...

Buenísimo....y poético.

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