sábado, 12 de mayo de 2012

Continúa la discusión sobre la independencia de los medios de Río Cuarto

Histérica: así se puede calificar la irracional reacción de algunos periodistas locales acerca de un comentario publicado en su Facebook personal por el ex candidato a intendente Miguel Minardi (“los medios de comunicación jugaron para Jure” –en los últimos comicios-).
Mi abuela los hubiera llamado “cola de paja”. Un abogado penalista podrìa decir que “a confesión de parte, relevo de pruebas”.
Lo cierto es que el comentario –tangencial, sin nombres propios y sin ningún tipo de real malicia- instala en el ámbito político un debate que, hasta el presente, sólo había merecido alguna consideración de algún comunnicólogo riocuartense-.
En realidad, el comentario atribuído a Minardi no expresa sino una idea ya instalada a fuego en toda sociedad moderna: los medios de comunicación juegan un rol decisivo en la configuración del relato social.
Por cierto, algunos datos llaman la atención. Por ejemplo, sólo en 2011 la Municipalidad de Río Cuarto utilizó casi el 30% de los tres millones de pesos destinados a la promoción de la llamada “gestión Jure” para sostener medios impresos y programas radiales y televisivos impulsados por “cuentapropistas”. También premió con viajes al Paraíso a costa del erario público a los ganadores de curiosos concursos en los que sólo podían participar un puñado de periodistas. Además, sostuvo la que sin dudas es proporcionalmente la mayor estructura de Comunicación de un municipio del interior del país.
Es decir, si de comprar voluntades se trata, dinero no faltó. Sin embargo, reducir el tema a una mera cuestión de prostitución intelectual y negar la matriz ideológica de los medios locales es un profundo error.
En Río Cuarto, los dos medios que tienen una clara posición dominante en el mercado (diario y TV) han respaldado desde el regreso de la democracia al actual partido gobernante. Insisto, no creo que la descripción ofenda a nadie. A lo sumo, quienes nos sentimos perjudicados por ese manejo hemos tenido 30 años para revertir este proceso y no lo hemos hecho. Incluso, hasta hemos puesto palos en la rueda cuando surgieron alternativas mediáticas más “amigables”. Quien conozca las historias recientes, por ejemplo, de Canal 9, de Canal 4 o de la repetidora asignada en diciembre de 2010 a Canal 10 de Córdoba sabrá de qué hablo. Ni hablar de la ahora instalada antena de la Televisión Pública Digital. Los “peros” que debió sortear Alberto Cantero (
director de Radio y Televisión Sociedad del Estado) para colocarla merecerían sumarse al nuevo Manual de Zonceras Argentinas que impulsa el ex ministro Aníbal.
En otras palabras, el poder de lobby de algunos personajes vinculados con nuestra ciudad es muy superior al que podíamos presumir.
Entonces, ¿¿¿¿de qué nos quejamos???? En realidad, de que el debate sobre estos temas no se integran nunca a nuestra propia agenda. Sabemos y denunciamos el papel de “Clarín” en el àmbito nacional y provincial, pero ni siquiera nos atrevemos a mirar lo que sucede en nuestra comarca. Aclaración válida: (Enrique) Nosiglia no es Magnetto. El titular de Canal 13 tiene claramente asumida una postura ideológica y representa con claridad un interés económico legítimo. Basta con escuchar a los dos columnistas estrella de la TV, el ingeniero vial antimontoneros K y el polifuncional economista para tener en claro cuál es la postura que asume el canal frente a la realidad. Postura que, justo es decirlo, se compadece con el pensamiento dominante en una ciudad conservadora, agrodependiente, antiindustrial por opción; en fin, lo que no tan antiguamente llamábamos una ciudad “gorila”.
Para graficar lo señalado, basta con analizar, ahora sí, lo sucedido en el último proceso electoral. En él se enfrentaron dos concepciones ideológicas claramente opuestas: el oficialismo considera que Río Cuarto debe ser una “ciudad de encuentros” que puede “funcionar” con un alto porcentaje de empleo informal o transitorio y un amplio calendario de eventos que se sumen a la dinámica comercial que impone la producción primaria del sector agropecuario.
Por el otro, Unión por Córdoba-Frente para la Victoria coherente con su propia historia, impulsó –e impulsa- un modelo agroindustrial que requiere empleo en blanco, estable y capacitado.
Este debate no se instaló nunca en los medios citados. Por el contrario, un periodista televisivo en cada intervención diaria se tomo el trabajo de señalar –a cuenta de nada- que no iba a considerar en sus análisis la propuesta de “industrialización de la ciudad” porque es un tema que “nunca se traduce en la realidad”. Además, en una muestra de supina ignorancia o de activo posicionamiento ideológico, llegó a decir que Río Cuarto no es ni nunca fue una ciudad industrial.
Probablemente, él no quiera saber qué sucedió cuando la actividad fabril en Río Cuarto pareció afianzarse. La dictadura, primero, y la Patria Financiera –cuyos operadores locales eran mayoritariamente habitantes de la Casa Radical- destruyeron todo. La promoción industrial puntana y el gobierno angelocista hicieron el resto.
Pero no nos detengamos en un tema: desde los medios se instaló como debate de campaña el rol de la Mona Jiménez, la creatividad de Cooky Galleta, y el apoyo del presidente del PJ cordobés al candidato de su partido.
En cambio, se metió bajo la alfombra el vaciamiento de Gamsur, el fabuloso gasto publicitario municipal, la apertura de puertas (por no decir una groserìa) a la fantasmal Inviron, el déficit de 40 millones de pesos registrado en 2011, el espúreo manejo de las chapas de taxis y remises, la insustancial propuesta de “construir 2000 viviendas con las empresas de los ex gobernadores de contacto permanente con los habitantes de Xilium", etc.
El medio impreso aportó su cuota original: incluyó como promesa de campaña de Minardi la construcción de viviendas por más de 500 millones de pesos, cuando, en realidad, Minardi se había comprometido a financiar en uno o dos puntos las tasas de interés que cobra la banca pública nacional y provincial para otorgar créditos hipotecarios. Es decir, nada que ver con la megamitómana promesa del actual jefe comunal.
Lo demás es conocido: se llamó “chantajista” al gobernador, se presentó como “independientes” a conocidos escritores y artistas locales que abrevan de la menguada vaca comunal, se calificó de “paro total de siete meses” en el Hospital la medida de fuerza adoptada por el 10% de sus trabajadores, incluso se prestó a poner en tela de juicio la cristalinidad del comicio al hacer pública una falsa denuncia de un reconocido fraguador de facturas acerca de una inverosímil compra de votos.
Es decir, el tema no pasa por pedirle a Fulano o Mengano que escriban a favor o en contra de alguien o algo. Basta con saber previamente qué piensa esa persona antes de tomarla o dejarla. Luego, en función de sus propias convicciones, hará lo que necesita el medio sin necesidad alguna de que se le indique nada. Teniendo en cuenta que luego de la denuncia, las encuestas a boca de urna cambiaron su tendencia y que la denuncia fue producto de un armado previo, ¿no correspondería denunciar al bizcochero mayor de Río Cuarto por violar la ley electoral? ¿Tendría espacio en los medios una denuncia de ese tipo?
Que quede claro entonces: nadie reprocha a los “periodistas independientes” de “jugar para Jure”. En realidad, es reconocer que cumplieron con su deber, laboral o ideológico.
Así incluso lo señalan los propios dirigentes del partido gobernante, quienes no paran de elogiar en privado (y a veces también en público) la labor cumplida por sus escribas. El problema es nuestro. Y, aunque parezca que falta mucho para la próxima elección municipal, solucionarlo requiere urgencia.


Por Osvaldo da Costa
Licenciado en Ciencias de la Comunicación
Ex director de Radio Universidad Río Cuarto

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