martes, 1 de mayo de 2012

La disyuntiva del shale gas

¿Autoabastecimiento a menor costo y alto impacto ambiental?
"Se cree que las reservas de shale gas de Argentina son las terceras del mundo, después de las de Estados Unidos y China.
En EE.UU., nuevas técnicas de extracción han transformado la producción de gas, abriendo reservas que algunos estiman podrían durar 100 años. Además, las rocas ricas en líquido, que son las que también contienen petróleo, han permitido que EE.UU. reduzca su dependencia de las importaciones.
Aparte de la Argentina, se han identificado reservas significativas en Australia, la República Sudafricana, el norte de África y el este de Europa, y también en el Reino Unido y Francia. Tras evaluar el potencial en 32 países, la Administración de Información sobre Energía, una repartición federal de EE.UU., estimó que las fuentes no convencionales podrían incrementar los recursos de gas técnicamente recuperables del mundo en más de 40%. Estos recursos modifican la geopolítica e influencian las decisiones inversoras de las compañías. Las petroleras nacionales y los grupos internacionales han gastado decenas de miles de millones de dólares en adquirir recursos no convencionales en América del Norte.
En Europa oriental, la perspectiva de una mayor independencia energética impulsó a Polonia y Ucrania a investigar sus recursos, y Washington observa con atención. El dominio ruso sobre el mercado de gas europeo queda cuestionado si países como Polonia desarrollan recursos no convencionales. Vladimir Putin, presidente ruso, pidió a los productores locales de energía que "enfrenten el desafío" del shale, diciendo que este recurso puede reestructurar "seriamente" la oferta y demanda global de hidrocarburos.
La gran incógnita es China, el mayor consumidor de energía del mundo. Se piensa que en su vasto territorio hay ricas reservas no convencionales. Si el país da por terminada su tradicional dependencia del carbón y adopta el gas, que es más limpio, eso tendría significativas repercusiones para las emanaciones de carbono y el calentamiento global.
Sin embargo, así como la energía nuclear tiene sus desventajas, también hay incertidumbre en torno al shale. Entre ellas, el potencial impacto ambiental. Se dice que las técnicas que usa la industria para extraer el gas de la roca pueden contaminar el agua y desencadenar terremotos. También se cuestiona la filtración de metano. La preocupación del público aumenta, y Francia y Bulgaria han prohibido la fractura hidráulica.
La decisión de la Argentina de renacionalizar YPF fue un recordatorio de que la energía es una industria estratégicamente sensible que conlleva riesgos políticos. La medida tuvo repercusiones en los directorios de las petroleras de todo el mundo porque, dada la naturaleza y la escala del recurso, había altas expectativas de que el país fuera el próximo en experimentar la revolución del shale. Y hay señales de que, al menos en algunas partes de la industria, se sigue pensando lo mismo. "El desarrollo del recurso atrajo mucha inversión en bienes de capital en los últimos 12 ó 18 meses", comentó Michael Bose, gerente para la Argentina de la estadounidense Apache y agregó que, "mientras el gobierno arme una sólida política energética con fundamentos que respalden un buen retorno económico, esos proyectos serán desarrollados"".
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"Al margen de la contaminación que pudiera producirse en un pozo singular, los impactos por la explotación de yacimientos de shale gas deben considerarse como un todo que involucra -además de los procesos descriptos previamente-, el movimiento de vehículos, la utilización y contaminación de enormes cantidades de agua, la contaminación auditiva y el deterioro del paisaje. Estos impactos acumulativos deben sopesarse, a su vez, con el hecho de que el desarrollo del shale gas a una escala suficiente como para producir volúmenes significativos, implica multiplicar exponencialmente la cantidad de pozos. La investigación del Tyndall Centre estima que para mantener un ritmo de producción equivalente al 10% del consumo del Reino Unido durante 20 años, deberían realizarse alrededor de 2.500-3.000 perforaciones horizontales, en un área que podría alcanzar los 400 km2, y utilizarse 113 millones de toneladas de agua.
Según el informe, los riesgos e impactos pueden agruparse de acuerdo a:
· La contaminación de agua subterránea por acción de los fluidos utilizados para las fracturas, a raíz de roturas en los encamisados o filtraciones;
· La contaminación de la tierra y agua superficial (y potencialmente aguas subterráneas), debido a derrames de los compuestos utilizados en las fracturas, y de las aguas contaminadas que regresan a la superficie una vez concluido el proceso;
· El sobreconsumo y agotamiento de fuentes de agua;
· El tratamiento de las aguas residuales;
· Los impactos sobre la tierra y el paisaje;
· Los impactos derivados de la etapa de construcción de las locaciones, como pueden ser la contaminación sonora durante la perforación de los pozos, el venteo de gases no aprovechables, e impactos por el tráfico de vehículos".
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"Como primera conclusión, puede decirse que aplicando el mismo régimen tradicional a nuevos procedimientos más complejos e invasivos difícilmente se correrá con mejor suerte.
Se impone, entonces, la necesidad de generar prevenciones y controles generales, abstractos, mínimos, aplicables a todos los proyectos como, por ejemplo, determinar previamente la presencia de napas y acuíferos que serán afectados por la perforación, mediante estudios especializados (geohidrológicos).
Limitar los procedimientos de fractura a menos de una determinada profundidad o menos de una determinada distancia de ríos, lagos, arroyos, acuíferos o áreas naturales protegidas.
Respecto del agua superficial, cuantificar y proyectar el suministro, compensándolo con la obligatoriedad de su reutilización.
Se debe reglamentar sobre el destino final del volumen de agua no reutilizada, considerándola un residuo industrial (ley 24.051). Entre otras medidas.
El objetivo sería abordar la temática con completitud, incluyendo desde los actos preparatorios (captación de agua dulce) hasta la extensa secuela posterior (la revegetación del suelo)".
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Una nueva discusión medioambiental se abre.
A propósito: no deberíamos dejar pasar por alto las declaraciones de Estela a El País, la semana pasada.
"Ya en el postre, surge la expropiación de YPF: “Vendrán más. Ahora, las minerías. Pero eso no tiene nada que ver con las relaciones entre argentinos y españoles, que seguirán siendo buenas”".
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