domingo, 13 de enero de 2013

Alguna buena cosa

Marcelo Gioffré: "Guido Di Tella, en su libro Perón-Perón, señaló que la Argentina tuvo un sistema tripartidario: partido militar, radicalismo y peronismo. Durante cuarenta años (1943 a 1982) se alternaron en el poder. El partido militar era un blend de derecha nacionalista conservadora y derecha liberal (Onganía, por ejemplo, tenía un ministro del Interior dirigista y nacionalista, Guillermo Borda, y un ministro de Economía liberal y judío, Adabert Krieger Vasena). En política, el radicalismo fue siempre más institucionalista y consensualista, mientras que el peronismo fue menos republicano y más decisionista, pero en economía ninguno de los dos tuvo ideas precisas, iban en rigor para donde el viento soplara. Quizás el epítome de esta confusión esté cifrado en Domingo Cavallo, que fue economista de los tres partidos".
Jorge Fernández Díaz: "Daniel Aspiazu, Pablo Manzanelli y Martín Schorr, tres especialistas del área de Tecnología y Economía de Flacso, demostraron con cifras frías que los fenómenos de concentración económica y extranjerización de la estructura productiva que comenzaron en los '90 se ampliaron y consolidaron en esta década kirchnerista. Llegaron a esta conclusión midiendo, entre otras variables, el peso de las firmas transnacionales en el valor bruto de la producción argentina, en la industria y en el comercio exterior. Un dato duro para ilustrar: en 1993, sólo 50 de las 200 empresas más grandes del país eran controladas por el capital extranjero. En 2009 ya no eran 50: eran 117, y representaban más de la mitad de la facturación total".
José Natanson: "En una genealogía básica, dos generaciones ocupan hoy el centro del poder: la generación de los ’70, cuya máxima exponente es la Presidenta, y la generación de La Cámpora, que en un sentido metafórico –y en algunos casos literal– puede ser vista como compuesta por los hijos sub-40 de la primera. Su característica común, la gran novedad que han introducido en la Argentina post crisis, es la intensidad ideológica.
Pero entre una y otra se abre lugar una tercera, la generación del ’90, menos analizada como tal pero perfectamente identificable, al menos si definimos a una generación política como un grupo de dirigentes que han crecido en un mismo tiempo histórico y que comparten una serie de rasgos que los diferencian del resto: tres de ellos –Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa– cuentan con buenas posibilidades de llegar a la presidencia o la gobernación bonaerense en el 2015.
También tienen padres: la generación del ’90 es hija de la primera camada de dirigentes de la recuperación democrática (Alfonsín, Menem, Duhalde, De la Rúa), esos leones herbívoros de la política de partidos que, como escribió Martín Rodríguez (Le Monde Diplomatique Nº 155), llevan como estandarte el sello de agua del abrazo Perón-Balbín. Formados a su amparo, los noventistas han logrado sobrevivir a la condena social que hoy pesa sobre la década que los marcó para siempre, y siguen siendo la mejor expresión de la mezcla de política, deporte y espectáculo típica del menemismo. Cuidadosos constructores de una intimidad pública que paga más que mil actos militantes, más que desideologizados son flexibles, y es esa laxitud la que les permite navegar las aguas del tiempo sin salpicarse".

1 comentarios:

alejandro dijo...

Que gracioso Fernandez Días leyendo libros de historia económica en serio como los de Basualdo y M. Schorr (aunque sólo sea para sacar argumentos para su columna, verdaderos X otra parte): ¡lo van a echar de la Tribuna Procesista!

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