lunes, 7 de enero de 2013

Chávez, desde España ¿solamente?

"Hace unos días entré en una papelería en la que los dueños y el dependiente se encontraban hablando sobre la salud de Chávez y el tema de su sucesión. Bueno, más que hablar, lo que hacían era calumniar y mostrar su repulsa hacia el líder venezolano. Ellos sostenían que de morir Chávez, la presidencia del país pasaría de forma automática al sucesor que él había designado. Entonces, no pude callar y les corregí. Les conté que la Constitución bolivariana de Venezuela obligaría, en tal caso, a convocar unas nuevas elecciones presidenciales y que lo que el presidente había hecho no era más que pedir el voto para su hipotético candidato, exactamente lo mismo que haría cualquiera en su lugar. Fue entonces cuando comenzó una discusión que de surrealista se tornó en estúpida.
Me encontré dando información, desmontando mentiras mediante argumentos basados en hechos comprobados e intentando sostener un debate serio con personas que, sin tener ni un solo dato en la mano, sostenían con absoluta convicción que no existe democracia en Venezuela y que Chávez es un dictador. En lugar de ser ellos quienes demostrasen semejante acusación, como siempre que se trata de América Latina, era yo el que debía demostrar que un país apoyado en una Constitución elaborada y votada por su pueblo, con un sistema de elecciones libres, con partidos opositores y con separación de poderes era realmente democrático. Yo tenía que ser quien demostrara que un país oficialmente democrático es realmente democrático, en lugar de ser ellos quienes demostraran lo contrario. Aún así, como ya estoy acostumbrado, lo hice. La respuesta de uno de ellos a mis explicaciones fue llamarme “facha de izquierdas”. Él no me dio ni una explicación que sostuviera su posición, fui capaz de corregir todas las barbaridades que soltó por su boca, todo lo que le dije iba acompañado de datos…pero el facha era yo. Su mirada y su gesto desprendían odio y desprecio a partes iguales, sobre todo cuando critiqué a Mariano Rajoy (ahí pude ver quién era el facha). Supongo que le molestó profundamente que un niñato, un rojo cualquiera como yo, fuese capaz de defender su opinión basándose en argumentos racionales, algo para lo que él demostró estar a años luz. Supo que no estaba capacitado para debatir y, tras algún que otro intento, decidió abandonar la discusión, dedicándome antes miradas soberbias que pretendían ocultar su impotencia y su frustración. Finalmente, como era de esperar, todo lo que les conté acerca de la transparencia demostrada de las elecciones venezolanas, de aquello en lo que el Gobierno gasta el dinero del petróleo, de la libertad de expresión, de esto, de aquello y de lo otro fue completamente inútil. Ellos querían seguir creyendo que la nieve es negra y ya podía yo ponerles un copo en las narices, que no se iban a bajar del burro.
El profesor Carlos Fernández Liria, autor del libro “Comprender Venezuela, pensar la democracia”, sostiene que con respecto a América Latina, y sobre todo sobre Venezuela, existe un nivel de mentiras tan enorme que resulta imposible de combatir. Yo, por desgracia, lo experimento con bastante frecuencia. Discutir sobre cosas concretas es absolutamente imposible cuando la idea general está tan profundamente deformada. En palabras de Fernández Liria, “es como querer explicarle cómo se hace un huevo frito a alguien que cree con absoluta certeza que un huevo es una castaña, que una sartén es una trompeta y que el aceite es helado de vainilla”. Lo malo es cuando la persona a convencer desea seguir creyendo en castañas, trompetas y helados de vainilla. Entonces, si le dices que se equivoca, te llamará “facha de izquierdas”".
Fuente
"Que el periódico La Razón, con un director a la cabeza que encarna en cuerpo y alma la indignidad, se permita llamar dictador al presidente de Venezuela y que ABC describa con una inverosímil precisión un parte médico de Chávez citando “fuentes de inteligencia” al tiempo que TVE lleva a Jesús Hermida a hacerle un publirreportaje al Rey de España, revela hasta qué punto se ha extendido la metástasis berlusconiana en los medios españoles. Chávez podrá morir de cáncer o no, según fracase o tenga éxito su tratamiento, pero a buena parte de los medios españoles no hay quimioterapia que los salve.
Todos los que nos dedicamos a la comunicación sabemos que los medios son armas para hacer política pero incluso en política, como en la guerra, hay reglas que deben respetarse y límites que no deben traspasarse. En lo que respecta a Venezuela, en nuestro país la ética periodística ha brillado por su ausencia, desde aquel infame editorial golpista de El País en 2002, pasando por el cierre de filas de connotaciones franquistas que ejercieron los medios tras el impresentable “por qué no te callas” que le espetó un rey (heredero de un dictador) a un presidente elegido, hasta las noticias de estos días".

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