domingo, 6 de enero de 2013

Cliffhanger: Con Néstor, había equilibrio no autoritario y libertad de expresión que funcionaba bastante bien

Fernández Díaz: "Néstor Kirchner, en presencia del periodista Martín Granovsky, quiso un día ser didáctico y reveló con una mímica toda su estrategia. Fue cuando colocó el canto de su mano cerca del borde de la mesa larga de reuniones, en su despacho de la Casa Rosada. Escribe Granovsky: "¿Ves?, decía y movía la mano para adelante y para atrás. A la Argentina se la puede gobernar si uno se pone acá (el filo). Pero en el borde, ¿eh? Si te pasás y te caés del borde, eso no es democracia. O te caíste solo y te quedaste sin la gente. Ahora, si no trabajás en el borde no hacés nada. En este país para que las cosas mejoren un poquito más, hay que aplicar la misma energía que poníamos cuando pensábamos que íbamos a hacer la revolución".
Es interesante ese equilibrio, porque le permitió correr los límites de la política sin precipitarse en el autoritarismo. En cambio, este kirchnerismo de segunda generación, que quiere realizar con el peronismo muchos de los sueños que no pudo concretar a través del socialismo real, amenaza ahora ir por todo y cruzar esa línea que Kirchner cuidaba".
Marcelo Birmajer: "Pertenezco a una generación que festejó el fin de la dictadura 76-83 dentro de las aulas secundarias. Con altas y bajas, con sustos y alegrías, vimos prosperar la libertad de prensa, hasta alcanzar una pluralidad en calma que el país no había conocido previamente. Se está quebrando. La ansiedad obsesiva del titular de la AFSCA por arrebatarle lo que pueda al Grupo Clarín, la constante prédica autoritaria del gobierno contra los individuos que se atreven a expresar sus dificultades; la repartija oficial de cotillón amenazante contra este diario; los escupitajos contra pancartas con imágenes de periodistas, los atroces “juicios públicos”, las declaraciones absurdas del poder político contra artistas como Sábat, generan un clima que conspira contra la libertad de expresión. No venía así la mano hasta el 2009.
Una de las materias que más dificultades me causaba durante mi primario era Trabajo Manual. En cierta ocasión, obligado a construir una especie de maniquí en papel maché, logré más o menos articular cierta figura humana. Pero no me convencía del todo una de las orejas, intenté reemplazarla y destruí mi obra en su totalidad. Desde entonces, me prescribí a mí mismo un principio: lo que está bien, no hay que mejorarlo. Y lo cierto es que hasta este turbio asunto de la ley de medios, la libertad de expresión funcionaba bastante bien".

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