domingo, 7 de abril de 2013

La tragedia del boludismo: como siempre estuvieron en contra de la intervención del Estado, ahora se quejan por su ausencia

El Colo K: "Lo que el discurso triunfalista y la propaganda no pueden cambiar son el desamparo y el abandono que sufrieron los castigados por la inundación. El Estado no es un partido político ni pertenece a nadie. Los funcionarios, hay que recordarlo, son servidores públicos, desde el primero hasta el último".
Leuco Metralleta: "Lo más grave, además de las vidas perdidas y la bancarrota de miles de familias, es que la ausencia o la lentitud burocrática del Estado y el chiquitaje mezquino del pase de facturas alimentaron ese nefasto fantasma que no termina de morir: el de diciembre de 2001".
Sandez: "Quizá, ya con el agua algo más baja, quepa preguntarse de qué clase de "Estado presente" se habla cuando una lluvia descomunal bastó para jaquear una ciudad y gran parte de una provincia. Cuando, sin mirar afiliación alguna, la tormenta pudo más que un aparato estatal que -según se vocifera- ya no es aquel alfeñique desvalijado de los 90, pero que ni siquiera así logra amparar a todos. ¿Hay, hoy y en lugares de real decisión, personas pensando la ciudad, las ciudades, el país? ¿Se puede atribuir todavía hoy -a 20 años del menemismo y tras una década de kirchnerismo- la ausencia del Estado a episodios sucedidos hace dos décadas? ¿No era que el Estado estaba de vuelta, y más poderoso y activo que nunca?
Y es entonces cuando se comienza a entender que la ausencia del Estado -si a alguien perjudica- es a quien menos tiene. ¿Entonces? Quizá ya sea hora de comenzar a aceptar que, al cabo de todos estos años, al Estado nulo de los 90 lo ha reemplazado uno que todavía no ha logrado repatriar aquella idea de lo público, de lo de todos como lo verdaderamente importante, más allá de toda coyuntura".
Edu van der Kooy: " De nuevo fue posible asistir a una dolorosa derrota de la política. También, a la ausencia de un Estado donde la sociedad –al decir del francés Emile Durkheim– debería pensar sobre sí misma. El Estado se ha convertido en la Argentina sólo en una herramienta clientelar, de tinte faccioso. A eso fue reducido después de que la dictadura lo utilizara para producir un exterminio. Entre esa metamorfosis y las imágenes de desolación, abandono y precariedad social que derivaron del drama, pudo haber empezado a naufragar además el relato cristinista, que alude siempre a un supuesto país de maravillas".
El Sirviente: "Anteayer, a primera hora de la tarde, Alfredo Leuco, por Radio Continental, llamaba la atención sobre la ausencia de una cadena nacional en circunstancias tan dramáticas, cuando se la ha usado para los anuncios más superfluos. A última hora de la tarde, ya sobre el filo del fin de semana, varios días después de la tragedia, la Presidenta anunció paliativos para los damnificados a través de ese sistema. Llegó cuando ya venía actuando una mucho más expeditiva cadena de solidaridad de la sociedad civil, cuyo conmovedor protagonismo sobrepasó en mucho las caras de circunstancia, los justificativos y la inoperancia de funcionarios nacionales, provinciales y municipales abucheados. Ahora quedó más claro que la mala asignación de recursos se paga con vidas".
Alcaído: "Podrá afirmarse que en La Plata y en la Ciudad de Buenos Aires hubo un diluvio pocas veces visto. Pero al mismo tiempo resulta inevitable preguntarse ¿dónde estaban el Estado y las obras que al menos pudieron haber mitigado la catástrofe? Por lo que se vio, en ningún lugar. Cada uno carga con su propia culpa, pero la Nación no tiene manera de gambetear la parte que le toca".
Scibona: "Las tardías reacciones oficiales demuestran que poco se aprendió después de un año, cuando en vísperas de la Semana Santa de 2012 un furioso temporal de viento y lluvia devastó amplias zonas del conurbano bonaerense. El mismo desamparo de entonces sufrieron ahora miles de vecinos de Buenos Aires y La Plata más algunos partidos cercanos, que sólo pudieron atenuar con una activa solidaridad. El Estado, omnipresente en tantas áreas innecesarias, estuvo otra vez ausente donde sí hacía falta. O llegó demasiado tarde".

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