"La escala de la vida es ahora planetaria pero sólo en algunos aspectos
porque la sociedad no es planetaria y sí lo son la tecnología y la
economía. Esa diferencia, que provoca grandes miedos, es la que hoy está
mostrando el arte. El arte debe ser capaz de expresar a la sociedad, el
mundo en el que vivimos. La gran dificultad estriba en tomar distancia
con respecto a un estado de sociedad que, sin embargo, debe expresar
para que pueda ser comprendido. Las formas de arte contemporáneo, al
proponernos lo que vemos todos los días, nos perturban; transforman los
objetos usuales y familiares en objetos de reflexión y, por eso, lejos
de sublimar lo real, lo subvierten.
Los medios tecnológicos nos hacen creer que vivimos en un tiempo en el
que son posibles la ubicuidad y la instantaneidad. Son instrumentos muy
potentes, una creación magnífica pero que, por otro lado, pueden
suscitar ilusiones... enseñar cosas a quienes ya las saben. No son un
instrumento pedagógico ni es posible que lo sean y, desde este punto de
vista son una fuente de ilusión. Además son instrumentos de identidad
pasiva y lo peor es que nos hacen perder la dimensión del tiempo y del
espacio".
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