martes, 25 de junio de 2013

La vergüenza cordobesa

"En 1983, José Manuel De la Sota incorporaba a la política partidaria a Domingo Felipe Cavallo. Digo a la política partidaria porque en política ya había participado, durante la dictadura cívico militar. Primero siendo repatriado de Harvard por la Fundación Mediterránea, luego estatizando la deuda privada junto a Carlos Melconián, como funcionarios del Banco Central en las postrimerías de la dictadura genocida.
Pero en ese 1983, justo hace 30 años, con la recuperación de la democracia, De la Sota le hacía un favor grande a Cavallo reinventándolo, lavándole la cara, disfrazándolo de democrático y haciéndolo su asesor económico. Más tarde, en 1987, De la Sota lo haría diputado nacional a este paladín del Consenso de Washington.

En la tarea de desindustrializar a la Argentina, Cavallo tuvo un lugarteniente fundamental, el entonces secretario de Industria Juan Schiaretti. Hoy los dos están procesados por la Justicia por el supuesto cobro de sobresueldos de parte del propio jefe del grupo: Menem.
Esta vez no es De la Sota el que lo lleva de la mano a Cavallo, sino “el Adolfo” y “el Alberto” Rodríguez Saá, dos aprendices de neoliberales que hicieron también su buen daño, tanto en San Luis como en la Argentina, durante la semana que gobernaron, ya que fueron parte de la tragedia de diciembre de 2001.

Según el periodista Daniel Santoro, una de las principales espadas del Grupo Clarín, cuando Cavallo en abril de 1977 volvió de Harvard, invitó a Córdoba a unos ex compañeros estadounidenses. “Después de un típico asado criollo, Cavallo pidió prestada una camioneta a unos amigos. Quería llevar a sus amigos americanos a conocer los alrededores de Córdoba…En medio del paseo, una patrulla militar detuvo la camioneta y les pidió que se identificaran… Con la escasa amabilidad que los caracteriza, los militares apuntaron a los graduados de Harvard con fusiles de combate… ‘¡Salgan de la ruta y caminen hacia campo abierto!’ gritó uno de los oficiales sin dejar de apuntarlo con el FAL… Uno de los economistas estadounidenses sufrió un ataque de histeria… El Proceso tuvo un instante entre sus prisioneros al futuro subsecretario Técnico-Administrativo del Ministerio del Interior y presidente del Banco Central” (Santoro, Daniel, El hacedor, Planeta, Buenos Aires 1994, página 98). Luego de identificarlos, los liberaron. Pero más allá de que el libro es de una obsecuencia repugnante, lo importante de la anécdota es que prueba que Cavallo conocía muy bien el terrorismo de Estado, hasta lo había sentido en carne propia.
En realidad, el hombre de San Francisco ya tenía experiencia en esto de colaborar con dictadores, porque en 1969 y a los 22 años, mientras sus compañeros de estudios se sumaban al Cordobazo, él era subsecretario de Desarrollo y Planeamiento de la Provincia durante la intervención del brigadier retirado Roberto Huerta. Luego de la caída de Juan Carlos Onganía, fue vicepresidente del Banco de Córdoba.
Según la página oficial de la Fundación Mediterránea, “desde la fecha de su creación hasta 1982 desarrolló una amplia tarea de investigación que fue difundida a todos los miembros de la Asociación de Economía Política y a todos los sectores empresarios” y “la amplia labor de investigación realizada por el Instituto de Estudios para la Realidad de América Latina (Ieral), además de la presencia de Domingo Cavallo, convocado por el Gobierno nacional para ejercer importantes funciones que permitieron la aplicación de numerosas propuestas del Instituto”. De esta manera, la Fundación Mediterránea admite públicamente que la política económica de la dictadura fue obra propia, a través del hoy nuevamente candidato.
Paradójicamente, Cavallo enfrentará y competirá por el mismo segmento de votos con su ex socio: Juan Schiaretti, candidato de De la Sota, quien intrdujo a Cavallo en la política partidaria.

Pero no sólo con Schiaretti competirá Cavallo, sino también con otro de sus mejores alumnos: Oscar Aguad, cabeza de la boleta oficialista de la UCR (si es que supera las Paso y los planteos judiciales de sus correligionarios en su contra por violar la Carta Orgánica partidaria). Aguad compartió con Cavallo el desastroso gobierno de Fernando De la Rúa y la debacle de 2001. Aguad también comparte con Cavallo (y Schiaretti) la calidad de candidatos procesados por la Justicia. En el caso del radical, por el “extravío” de 60 millones de dólares en la ciudad de Corrientes cuando fue interventor federal. Pero sobre todo, Aguad y Cavallo comparten ideología, el obnubilamiento por el Consenso de Washington, el neoliberalismo, las reuniones de empresarios y todo lo que signifique la antipatria".
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