domingo, 22 de septiembre de 2013

Clarín, La Nación y Perfil quieren la renuncia de Moreno

Y avisan que si en 2015 sus candidatos (Massita con Lole fue una delicia) tienen que hacer un ajuste a lo Rajoy es culpa de... ¡¡¡el kirchnerismo!!!
Ah, y que van a ir todos presos esos chorros K. Todos.
Kirschbaum: "La responsabilidad de Moreno en estos desaguisados es tan evidente como lo es el respaldo de Cristina a sus arbitrariedades, que han creado más problemas que los que él dice solucionar. No hay política autónoma del funcionario, salvo que también se lo imponga a la Presidenta, como a veces suele alardear en sus charlas informales de los viernes en las que disciplina a los empresarios. Lo más grave es que la persistencia en el error –admitido por el propio funcionario– es, muchas veces, sólo para no aparecer cediendo. Prefiere que todo vaya peor a reconocer una política equivocada.
Un juez lo procesó y lo embargó por abuso de autoridad. Salieron varios funcionarios a defenderlo airadamente, quizá como un reflejo anticipatorio de lo que les podría pasar en el futuro".
Laborda: "Importantes hombres del Gobierno admiten que el ciclo de Moreno está cumplido hace rato y que su gestión está sirviendo para complicar aún más la economía y acrecentar el desgaste político de la Presidenta con sus gestos provocadores y delirantes. Hasta antes de su polémico viaje a Angola, en mayo del año pasado, Moreno era un personaje bien conocido por los empresarios y la prensa, pero no tanto por el gran público. Desde esa gira y, tras algunas grotescas actitudes repetidas en el programa de Jorge Lanata, su imagen quedó instalada en la opinión pública. A tal punto que, en determinadas ocasiones, Cristina Kirchner le pidió que bajara su perfil y se cuidara de las cámaras. Jamás la jefa del Estado lo hizo con mucho convencimiento. Es que Moreno le servía para mostrar la supuesta capacidad de su gobierno para disciplinar al empresariado".
Blanck: "Una larga transición, con un gobierno que saldrá debilitado de la elección de octubre y un país que necesita corregir distorsiones crecientes en la economía, con medidas que pueden ser impopulares y que ningún gobernante quisiera aplicar.
Pero la política ya experimentó que si alguien arma una fiesta demasiado costosa, como hizo Menem en los 90, y después se va sin pagarla, el que llega para sucederlo termina siendo De la Rúa.
Nadie quiere repetir esa historia. Y todos ansían que sea Cristina quien pague los desajustes de esta década, ejerciendo hasta el último minuto del último día su mandato constitucional".
Castro: "El secretario de Comercio Interior –que trata de “chorro” al vicepresidente Amado Boudou, que llama “Arrostito” a la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, que desprecia al viceministro de Economía, Axel Kicillof, y minimiza al ministro de Economía, Hernán Lorenzino– es, hasta ahora, intocable.
Las voces críticas que desde el interior del Gobierno se alzan con mayor frecuencia y volumen contra Moreno se detienen en la puerta del despacho presidencial. Nadie osa hablar mal de él ante Fernández de Kirchner. Criticarlo sería como hablar mal de ella misma, ya que la Presidenta ha sido y sigue siendo quien avala todas y cada una de las iniciativas del secretario de Comercio.
El fallo del juez federal Bonadio es mirado con inquietud y preocupación en las esferas del oficialismo ya que muchos lo ven como un presagio de lo que vendrá durante el crepúsculo del kirchnerismo en el poder".
Van der Kooy: "Enterrada la posibilidad de la re-reelección, huérfana de candidatos atractivos según su paladar, intentará después de octubre consagrarse como la gran electora del peronismo para el 2015. Atesora, en ese sentido, un sueño difícil: emular a Lula Da Silva que, tras dos períodos consecutivos en Brasil, impuso como sucesora a la actual mandataria, Dilma Rousseff, sin que fuera posible oír un chistido en el Partido de los Trabajadores (PT), con el cual había arribado al Planalto.
Las diferencias entre aquel ensayo brasileño y la actualidad en la Argentina resultan abismales. En tren de conjeturar, las aproximaciones más factibles podrían rastrearse, tal vez, en otros puertos. En la década de los 90, cuando Carlos Menem tampoco construyó herencias y dejó transitar a Eduardo Duhalde hacia la derrota.
O también en España, cuando el socialista José Luis Rodríguez Zapatero se enredó mucho en su ideologismo, desatendió la incubación de una severa crisis económica y tendió la alfombra para la llegada del Partido Popular, de la mano de Mariano Rajoy.
El ex jefe de Gobierno español sancionó la primera ley contra la violencia machista. También el divorcio exprés, que no requiere de razones ni de separación previa. En el catálogo podrían ingresar, además, el matrimonio igualitario, la ley de igualdad de género, la memoria histórica y, a partir del 2007, el cheque de 2.500 euros para las madres de recién nacidos. Como contracara, demoró en reconocer la crisis económica, profundizó el déficit fiscal, incrementó la presión tributaria en pleno estancamiento productivo y transmitió, en los últimos años, una imagen de improvisación constante. Aquellas propuestas progresistas nunca terminaron de compensar los otros graves desarreglos".

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