lunes, 14 de abril de 2014

Laclau, el que les explicó la palabra maldita

Probablemente ni lo leyeron. Pero para festejar una baja en las filas K son los primeros (el ladero de Lanata, cada vez más radicalizado, les anuncia que "la batalla todavía no terminó" a pesar de la muerte de "el factótum teórico" de la "fractura social" que vino a instalar el kirchnerismo. Perfil y El Cronista también le adjudican haber dividido a los argentinos. Bosoer, en Clarín, es más respetuoso y le asigna el rol de haberle quitado al término populismo "todo carácter peyorativo pero que, además, levantó como expresión política superadora"). Amadeo, abanderado de los sectores fundamentalistas del cacerolismo disidente, por ejemplo, espetó: "Nunca creyó en el diálogo como herramienta de la política. Sólo en el conflicto. No lo extrañaré demasiado".
En el comienzo mismo de La Razón Populista, Laclau escribió: "El populismo, como categoría de análisis político, nos enfrenta a problemas muy específicos. Por un lado, es una noción recurrente, que no sólo es de uso generalizado, ya que forma parte de la descripción de una amplia variedad de movimientos políticos, sino que también intenta capturar algo central acerca de estos. A mitad de camino entre lo descriptivo y lo normativo, el concepto de “populismo” intenta comprender algo crucialmente significativo sobre las realidades políticas e ideológicas a las cuales refiere. Su aparente vaguedad no se traduce en dudas acerca de la importancia de su función atributiva. Sin embargo, no existe ninguna claridad respecto del contenido de tal atribución. Un rasgo característico persistente en la literatura sobre populismo es  la reticencia —o dificultad— para dar un significado preciso al concepto. La claridad conceptual —ni qué hablar de definiciones— está visiblemente ausente de este campo. En la mayoría de los casos, la comprensión conceptual es reemplazada por la invocación a una intuición no verbalizada, o por enumeraciones descriptivas de una variedad de “rasgos relevantes” —una relevancia que es socavada, en el mismo gesto que la afirma, por la referencia a una proliferación de excepciones—".
Demasiadas complejidades para mentes que se están acostumbrando a festejar la muerte.

1 comentarios:

El Canilla dijo...

" Una primera decisión teórica es concebir al "pueblo" como una categoría política y no como un dato de la estructura social. Esto significa que no designa a un grupo dado, sino a un acto de institución que crea a un nuevo actor a partir de elementos heterogéneos. Es por ese motivo que insistimos desde el comienzo en que nuestra unidad de análisis mínima no sería el grupo, como referente sino la demanda sociopolítica.(...)Este conjunto, como hemos visto, presupone una aimetría esencial entre la comunidad como un todo ( populus) y " los de abajo" ( la plebs). (...) Es en esta contaminación entre la universalidad del populus y la parcialidad de la plebs donde descansa la peculiaridad del "pueblo" como actor histórico."
Si, por supuesto, los escribientes laderos tienen que haberlo leído para poder discutirlo.

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