sábado, 23 de mayo de 2015

El #RelatoAntiK, loco por la posibilidad de un nuevo Bicentenario

Centenares de miles festejarán el día patrio este lunes en todo el país, como en 2010, antes del 54%.
Semejante pesadilla ha puesto los pelos de punta al antikirchnerismo más rabioso, que para colmo de males viene trastabillando en este 2015 desde el #YoSoyNisman, pasando por la falsa denuncia contra Máximo K, las operaciones fallidas contra Axel Kicillof y Horacio Verbitsky, hasta las quejas por #LaCadena (¿reemplazo de #LaGrieta?).
En este marco desmoralizador, el cacerolismo duro ve cómo La Shewua despilfarra la plata de nuestros abuelitos en suntuosos edificios faraónicos para Él. "Nuestros impuestos se van por la canaleta de la cultura popular", bociferan los seguidores de Lanata, el dr. Hubris y Roy Cortina. Indignados con que ese dinero se mal gaste en el CCNK ("La pirámide de Néstor", según Georgie) y no para pagarle a lo buitres o construir una escuelita rural. Orden de prioridades distinto al que debería tener un gobierno serio y responsable, como sería uno de Ernesto o Lilita. O Gerardo Milman (¿¿¿cómo quién es???):
Se imaginan cómo está La Nación, ¿no?
"Los regímenes autoritarios o populistas tienen una incansable propensión a distribuir sus señas de identidad -sus nombres, sus rostros, sus imágenes- en los espacios públicos que administran. Cada designación de una calle, de una escuela, de un hospital o de un centro cultural constituye un mecanismo de apropiación simbólica que pretende ligar el poder con una imposible inmortalidad.
Por el contrario, las democracias asumidas como tales, aunque a veces sucumben ante la misma tentación, resignifican esos espacios con etiquetas menos politizadas, que terminan conquistando una legalidad más duradera. De todos modos, nada es seguro, nada garantiza que convivan la perdurabilidad y el mérito", distingue hoy el radical Gregorich.
Luego de admitir que alguien le puede marcar que nada le viene bien, Gregorich propone cambiarle el nombre y le pide a CFK que los billete no lo acosen más:  "Como simple ciudadano que desde hace mucho tiempo está interesado en los temas culturales, me pregunté qué nombre habría elegido yo para que figurara en el frente del viejo edificio de Correos restaurado. Pensé, primero, en quienes son, quizá, y por diferentes motivos, los dos músicos argentinos más importantes: Alberto Ginastera y Ástor Piazzolla. En cualquier caso, habría sido un acto de justicia, pero el hecho es que buscaba algo menos obvio.
Por fin me detuve en un nombre que admiro desde siempre y que me parece una de las más netas expresiones del genio argentino: la actriz y escritora Niní Marshall, que más allá de sus impagables películas y programas radiales fue una intérprete única de nuestra diversidad étnica y cultural y, sobre todo, de los matices de nuestra lengua, el español rioplatense. No, no era una simple actriz cómica, y su creatividad no ha recibido aún el homenaje que merece.
Y ahora, señora Presidenta, y hablando muy en serio: ya que el nombre del nuevo Centro no está disponible, ¿por qué no ilustrar con el rostro de Niní Marshall, lúcido y sonriente, alguno de esos billetes que tanto nos acosan y desvelan?".
Mientras tanto, el procesado Pagni está preocupado por el sable del General: "Cristina Kirchner va terminando su mandato trémula de fervor historiográfico. Lagrimeó en el Museo de la Memoria, homenajeó a los próceres de Mayo y, ahora, prepara una restitución: devolverá el sable corvo de San Martín al Museo Histórico Nacional. Es una cuenta pendiente del peronismo consigo mismo. El arma fue robada del museo en 1963 por un grupo de la JP, encabezado por Osvaldo Agosto, quien una década más tarde sería la sombra de José Rucci. Aquellos muchachos de la resistencia peronista engañaron al sereno, rompieron la vitrina y se llevaron el sable envuelto en un poncho. Querían enviárselo a Perón. Para evitar castigos físicos, los disuadieron, y la reliquia fue depositada en el Regimiento de Granaderos.
Además de devolver la pieza al museo, la Presidenta estudia crear un destacamento Sable Libertador, para custodiarla. Dicen que fue una sugerencia de Agosto, que quiere proteger el sable de algún otro ocurrente como él. Un mínimo "nunca más", imprescindible para un país en el cual ni los objetos consiguen descansar en paz".
Como dijo Clarín: "Arquitectónicamente, el CCNK es una obra sobresaliente. Su escala y concepción abruman e inspiran tanto que al recorrerlo parece que estamos visitando una obra de otro país. Esa es virtud de los proyectos que se adelantan a su tiempo, y el defecto de los que están fuera de medida.
Vuelve la pregunta molesta: ¿No será demasiado lujo para un país como el nuestro?".

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