domingo, 10 de mayo de 2015

Yamil Santoro (¡¿cómo quién es?!) y Mendelevich (¡¿¿¿cómo quién es?!!!) quieren descolgar los cuadros de Néstor Kirchner y Hugo Chávez

"La destreza de Néstor Kirchner como constructor de íconos hizo cumbre la mañana de 2004 en la que le ordenó al teniente general Roberto Bendini, jefe del Ejército, descolgar los cuadros que homenajeaban a Videla y a Bignone en la galería de directores del Colegio Militar. Tan oportuno fue el gesto, tan eficaz, que se lo consagró como la mayor credencial de Kirchner para su admisión en el campo de los derechos humanos, campo al que él había permanecido del todo ajeno, como se sabe, hasta 2003. El gesto incluso pasó a la historia sin el curioso detalle de que los cuadros que descolgó Bendini eran truchos. Los mandó a fabricar la Casa Rosada de urgencia, porque los verdaderos -¿vandalismo castrense?- habían sido robados unos días antes.
La expresión descolgar cuadros pertenece desde entonces al acervo cultural kirchnerista. Significa atreverse contra el Mal, imponer el Bien humillando al vencido, hacer justicia. Hace un par de años, para conmemorar el 24 de marzo, una agrupación juvenil kirchnerista montó un juego llamado "Bajá tu propio cuadro". La oferta era limitada. Sólo había cuadros disponibles de Macri, Lanata, Magnetto, el Tío Sam, Mirtha Legrand y dos o tres más. Con semejantes antecedentes, ¿quién va a descolgar después del 10 de diciembre el cuadro de Néstor Kirchner que su viuda colgó el lunes en la Casa Rosada? Sería tranquilizador pensar que como decoradora a Cristina Kirchner no le bastan las habitaciones temáticas de sus hoteles patagónicos. Pero una cosa es la decoración (algo que con más tiempo libre y seguramente más refinamiento Jacqueline Kennedy inauguró en la Casa Blanca) y otra la imposición forzosa a los futuros inquilinos de la Casa Rosada de la autoepopeya kirchnerista.
El cuelgue del lunes también entrega valor simbólico. Sucede en consonancia con el armado de los caballos de Troya que el kirchnerismo está incrustando en distintas áreas del Estado con miras a lo que podría llamarse, si Fito Páez permite la paráfrasis, el poder después del poder. No hay duda de que el próximo presidente tendrá un problema con los cuadros dejados por Cristina Kirchner, tanto los cuadros de La Cámpora que hoy están siendo nombrados en oficinas públicas al por mayor, incluida la Justicia, como por los de marco dorado que simbolizan la pretensión patriótica, la inmortalidad de la familia que todavía está en el Gobierno.
Como si fuera el vestuario de su club, Cristina Kirchner también colgó estos años en la Casa Rosada las estampas de una serie de ídolos de su gusto, que en muchos casos coinciden con la categoría de ídolos nacionales promedio, no en todos. Un toque cholulo quizá confundirá en el futuro a los estudiosos de la actual presidenta peronista, quien no ha hecho cumplir todavía las dos leyes que se dictaron para que haya un monumento a Perón y, en cambio, lo puso al Che Guevara en la sede gubernamental, por fortuna no muy cerca de Palito Ortega. Un cuadro del nicaragüense revolucionario Augusto Sandino (cerca del de Kirchner) queda mejor que la foto de Perón y el dictador Anastasio Somoza en el balcón de la Casa Rosada el Día de la Lealtad de 1953.
De completar el Salón de los Bustos con los presidentes que faltan para cumplir con la ley, ni hablar. Eso obligaría a esculpir a Menem o a acordarse de que existió Isabelita".
Fuente
Más:
¡El Relato del Presente (no me digan que no conocen ese blog, eh) también!

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