miércoles, 28 de marzo de 2018

El peligro de los créditos UVA

Los créditos UVA (Unidad de Valor Adquisitivo) han tenido una gran explosión en el último tiempo, atados a una aspiración social muy importante y sensible en nuestro país: el sueño de la casa propia. Tan así es, que los préstamos a través de la opción UVA representaron el 94% del total de créditos pedidos en el país en los últimos 12 meses, según datos del Banco Central. Los préstamos hipotecarios crecieron 128% en 2017 y, repito, el 94% de ellos fueron obtenidos bajo la modalidad UVA.
¿Quién puede estar en contra del deseo genuino que empuja esos indicadores? ¿Cómo desestimar semejante anhelo de prosperidad futura? Todos nos merecemos vivir en un lugar que nos guste, que tenga nuestro sello, que sintamos propio, el lugar donde refugiarnos en el infierno de los días. Nuestro hogar, nada más y nada menos. Yo también quiero vivir en mi propia vivienda y dejar de pagar alquileres. Pero la pregunta que hay que hacerse con máxima responsabilidad es: ¿a qué costo? Ahí comienza el verdadero debate.
De base, si me apuran, nada que implique un compromiso financiero de 20, 30 o 40 años ininterrumpidos, me convence demasiado. Tal vez sea porque, para mi generación, no existe tal cosa como la “estabilidad”. La creciente precarización laboral hacia la que viene avanzando Argentina y el mundo entero, arroja muchas incertidumbres, pero una certeza: no estaremos 30 años en el mismo empleo con aumentos salariales sostenidos. Sabemos bien que la situación laboral puede modificarse de un día para el otro y nuestros ingresos fluctuar en función de esos cambios, que rara vez llegan con aviso previo. Tragedias de este tiempo.
Pero volvamos a los UVA. Estos créditos le suman una complicación más a ese dilema de deuda a largo plazo: sus cuotas, intereses y montos adeudados se ajustan según la inflación. ¿Cómo funciona? Vamos despacio. La dinámica de estos créditos es la siguiente.
Los bancos te ofrecen esa línea de préstamo (17 bancos en Argentina están trabajando con ella), que a primera vista luce muy bien porque sus cuotas son decididamente más bajas que las del resto de los préstamos destinados a la vivienda, y el monto de ingresos mensuales que te piden para acceder también es menor que en el resto de las opciones. Pero además, cuando te dicen la tasa de interés a la que está sujeto el préstamos, te parece inigualable: 5% anual -en promedio-, contra el 35%, 50 o más que te ofrecen los otros créditos. Ese es el enganche: las condiciones iniciales. Hacés números y decís “llego bien”. Hasta ahí, estupendo, suena genial.
Pero recordá que quienes comercializan este producto son los bancos y no personas amables que quieren solucionarte la vida sin pedir nada a cambio. El problema real y lo que explican poco, es cómo funcionan los ajustes “por inflación” de esta línea de crédito, que es dónde aparece la ganancia del banco y se empata la inaccesibilidad con el resto de los préstamos; con un pequeño detalle: cuando te ofrecen otra línea de crédito y te dicen que tiene una tasa alta de interés, ya sabes con qué te vas a encontrar y posiblemente digas que no (eso explica el bajo nivel de solicitudes de crédito para vivienda que tiene Argentina en relación a otros países de la región). Acá lo que parece maravilloso al principio puede convertirse en una pesadilla conforme el paso del tiempo y, lo preocupante, ya estás a bordo. Son los mismos bancos, en ambos casos, y ya sabemos: nunca pierden. Es más con los UVA están ganando mucho más que antes. Veamos.
Cuando uno pide este tipo de préstamos, la cantidad de dinero que te otorgan no se asigna en pesos como en el resto de las líneas. Es decir, no convenís, por ejemplo, un millón de pesos a tantos años, a tanta tasa de interés fija, y listo. Aquí se asigna el monto en Unidades de Valor Adquisitivo (de ahí la sigla UVA), que actualmente tiene un valor de $22,37 por unidad. Entonces, te dan, siguiendo el mismo ejemplo, un millón de pesos en UVAs y tus cuotas las pagas en UVAs. ¿Cómo obtenés el número que tenés que pagar efectivamente entonces? Simple: dividís un millón de pesos por $22,37. En este ejemplo te resultaría: tu préstamo por un millón de pesos equivaldría a 44702,72 UVAs. Ese es el valor que deberías cancelar. Luego, para calcular la cuota mensual, dividís el monto total de UVAs por la cantidad de meses que tenés que pagar. Si fuera a 30 años, en el ejemplo que vimos, dividís por 360 meses y el monto de tu cuota mensual quedaría en 239,97 UVAs.
El drama severo viene a partir de que, esa unidad que hoy está en $22.37, se ajusta por la inflación que mide el INDEC, a través de un coeficiente llamado Coeficiente de Estabilidad de Referencia (CER), que arroja la variación de la inflación POR DÍA, formando luego ese numerito de inflación que los gobiernos dan a conocer todos los meses. Es decir, la UVA sube todos los días, porque -es evidente- la inflación en Argentina sube todo el tiempo. Entonces no es lo mismo pagar tu cuota de 239,97 UVAs mensuales a $22,37cada una, que a $30 cada una. Tu cuota va aumentando todos los meses, porque el valor de la UVA es más caro. Si la inflación es de 2,4% en febrero, tu cuota sube en la misma proporción. Entonces: esa cuota de 239,97 UVAs que te representaba $5450 la primera vez que la pagaste, se va a $7270 cuando cada UVA sube de 22 a 30 pesos. ¿Se entiende? Relea si hace falta.
Último número del ejemplo y pasamos a algunas reflexiones (¡Cuidado! El siguiente párrafo puede causar terror en el lector: están avisados).
En el ejemplo del millón de pesos de préstamo (y siendo muy piadosos con el gobierno nacional que viene demostrando serias fallas para bajar la inflación), tu cuota mensual número 1 saldría $5457, y la número 360, es decir la última dentro de 30 años, sería de $128.496. Eso suponiendo que la inflación se estabilizara en 10% a partir del quinto año (algo que muy difícilmente ocurra). Sino, obvio, es mucho más.
Interrogantes cruciales. ¿Mantendrás tu empleo y tus ingresos crecerán lo suficiente para hacer frente a ese costo mensual? ¿Y si hay picos inflacionarios como en 2002, 2014 o 2016 cercanos al 40%? ¿Y si la inflación es baja pero tu sueldo no aumenta? ¿Y si se repiten escenarios como en la década del 90 donde bajaba la inflación pero en paralelo se destruían todos los años puestos de empleo llegando a récords históricos? Recordá siempre: esta decisión te va acompañar durante 20, 30 o más años de tu vida. No es algo para decidir pensando sólo en el ahora.
Es tal el furor que los bancos privados y públicos están realizando una activa militancia para que la gente tome este tipo de préstamos. En Córdoba, nuestro banco provincial, Bancor, acaba de dar de baja -de rompe y raja- una línea de subsidios a créditos inmobiliarios anteriores. ¿Qué les ofrecen a las 5 mil familias que eran beneficiarias? Tomar un préstamo personal con modalidad UVA,  para pagar lo que reste de la deuda que tenían del crédito anterior. Cortan un programa para el que la gente se inscribió en determinadas condiciones y con expectativas de aliviar sus cargas mensuales, justo en épocas de un importante deterioro del poder adquisitivo. El Banco sale a jugar desesperado por el negocio UVA, quebrando cualquier regla de confianza y ética. Muy vergonzoso.
Es el negocio perfecto, cientos de miles entran al juego ilusionados por las condiciones iniciales y luego ya es tarde para retroceder: hay que pagar o perdés lo que hayas hipotecado, entonces te ofrecen un nuevo préstamo para pagar esa deuda y de nuevo endeudarte, y así multiplicado hasta el infinito. Se garantizan flujos de dinero permanentes y una relación de dependencia casi absoluta de los ciudadanos para con el sistema financiero.  Cada tomador de este crédito, a menos que esté verdaderamente holgado económicamente y tenga seguridades de estabilidad por mucho tiempo, pierde un margen enorme de autonomía para decidir tranquilo no sólo sobre su casa: sobre su vida entera. Con un agravante: cuando cada vez más familias dejan de consumir otros bienes, para dedicar la mayor parte de su ingreso a pagar deudas con los bancos, la economía en lo macro se derrumba. El daño es individual y colectivo. Lo hacen los bancos con las regulaciones del Estado Nacional. Nos meten en un embrollo espectacular, imperdonable.
Por último, hace tiempo me preguntaba por qué las personas no se preocupan por el escandaloso nivel de deuda externa que está contrayendo el Gobierno Nacional. Y al ver el crecimiento de los créditos UVA, pensaba que hay un abuso brutal de la desinformación sobre los efectos fuertemente negativos que genera endeudarse con privados sin que eso sea acompañado de una permanente mejora de ingresos. Ni en lo personal, ni en lo nacional esa viene siendo la situación. Más bien todo lo contrario. Cautela e inteligencia amigos y amigas. No podemos permitir que la única vía de acceso a la vivienda sea desangrándonos toda la vida entre deudas distorsionadas. No entremos en rondas que nos hagan aún más presos de un sistema cada vez más corroído, donde sólo ganan un puñado de pícaros a costa de las ilusiones y el esfuerzo de gente trabajadora".
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